La depresión y el suicidio se han transformado en problemas
prioritarios de salud pública. Se requiere desarrollar instrumentos de
pesquisa, capacitar a profesionales-familiares-personas relacionadas con
población en riesgo y aportar recomendaciones para impedir el surgimiento y
progreso de la crisis, así como su manejo.
El suicidio es un proceso complejo que conlleva un acto de
violencia intencional hacia sí mismo, que afecta tanto a individuos y familias,
como a comunidades y países; acarreando graves consecuencias, tanto a corto
como a largo plazo y provocando además efectos perjudiciales en los servicios
de atención de salud. A él se encuentran ligados procesos como ideación
suicida, planeación suicida e intento de suicidio; los que se concretan en el
suicidio.
El suicidio se evalúa en términos de mortalidad, ideación,
planeación e intento y todos se vinculan a la morbilidad. En el suicidio
intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, genéticos, ambientales
y culturales. Los factores de riesgo asociados al suicidio son variados,
destacando, entre otros, las enfermedades mentales, el alcoholismo, el abuso de
drogas, las enfermedades crónicas, desajustes emocionales y violencia.
En los últimos 45 años, las tasas de suicidio han aumentado
60% a nivel mundial, convirtiendo al suicidio en una de las tres primeras
causas de defunción entre las personas de 10 a 44 años, y la cuarta causa de
muerte de entre los 35 y 54 años. Cada año se suicida casi un millón de
personas, dando una tasa de mortalidad “global” de 16 por 100.000 habitantes, o
una muerte cada 40 segundos. Esto casi duplica el número de fallecimientos por
homicidio, y casi triplica las muertes provocadas por guerras y conflictos.
Estas cifras no Incluyen las tentativas
de suicidio, que son hasta 20 veces más frecuentes que los casos de suicidio consumado,
especialmente en mujeres.
Chile se ha convertido en el segundo país de la OCDE que más
ha aumentado la tasa de suicidios en el mundo. En el caso de los adolescentes,
para 2020 se estima que cada día un joven se quitará la vida en nuestro país,
según cifras del ministerio de Salud y las proyecciones de población de
Naciones Unidas y el Instituto Nacional de Estadísticas.
A nivel comunal existe una preocupación creciente por el tema,
cada día aumentan las cifras de adolescentes que de una u otra forma presentan
gestos suicidas, autolesiones o conductas de riesgo y de autoagresión que
pudieran ponernos en alerta, siendo de vital importancia que el equipo en
general esté preparado para enfrentar este problema de salud, que no es sólo
responsabilidad de los profesionales de salud mental.
A través de la mesa de trabajo de las Encargadas de Salud
Mental de los CESFAM Andes, Lo Franco y Garín, en coordinación con COSAM, se
buscaron estrategias para enfrentar la temática y desmitificar el suicidio, se
coincide en la entrega de herramientas para poder pesquisarlo, prevenirlo y abordarlo,
resulta necesario un trabajo
intersectorial a través de flujos y protocolos de intervención. A partir de esto surge la necesidad de este
Seminario.
Siendo la suicidalidad un problema de salud pública, es
indispensable que los equipos de salud estén preparados para pesquisarla,
prevenirla e intervenir la situación de crisis. Para ello, se requieren
herramientas técnicas para abordarla, sobre todo considerando que los CESFAM
son la puerta de entrada a las especialidades médicas.
La jornada está dirigida a 45 profesionales de equipos biopsicosociales de los
CESFAM Andes, Garín Lo Franco y COSAM, profesionales que resultan claves en conocer o
reconocer la posibilidad o idea suicida en el usuario consultante para una intervención temprana.
Para la apertura estuvo el Decano de la Facultad del área Salud y el equipo de profesionales que diseñaron los módulos que serán las responsables de esta actividad, liderados por la Enfermera-Psicóloga Claudia Moya.
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